martes, 11 de octubre de 2011

'La Piel que Habito'

Es extraño imaginar que sentimientos como la venganza, el amor y el odio se entremezclen para contar una historia, de forma tan perfecta como para el espectador no cuestione nada. Pero es que en el mundo de Pedro Almodóvar todo es posible. Cada uno de sus personajes son cruciales en esta historia de difíciles reveses en el que la inverosimilitud parece, tan sólo por instantes, apoderarse del público. La sobriedad de Antonio Banderas asombra interpretando a un eminente cirujano plástico. Parquedad que surge del sufrimiento de un hombre que pierde a su mujer en condiciones complejas, después de sufrir quemaduras en todo el cuerpo. El Doctor Robert Ledgard, doce años después, se interesa por la creación de una nueva piel con la que hubiera salvado a su mujer. Marilia, personaje que encarna maravillosamente Marisa Paredes, es cómplice de todos los experimentos que hace el doctor en su propio laboratorio situado en la mansión El Cigarral. Alguien debía ser la víctima de tales experimentos y se convierte en la rata de laboratorio del Dr Ledgard. Pero contar más sería desvelar la sustancia de la historia. Aunque dicho sea de paso, pese a que revelara el mayor secreto del film, merece la pena verla: Almodovar planifica las escenas de manera sublime, tal y como estamos acostumbrados. Los movimientos de cámaras son sutiles y casi imperceptibles que nos dan muestra del gran realizador que es Pedro.
El personaje que interpreta Elena Anaya, Vera, es el motor de la narración que hace al espectador avanzar en la historia guiándole por cada una de las tramas. Es una mujer fuerte, una superviviente de su propia vida. Vera hipnotiza con su escultural figura, sus gestos y miradas frente a la cámara.
Por otro lado, los colores y objetos elegidos para cada una de las secuencias están meditados y escogidos con precisión. Cada plano muestra el encanto almodovariano que transporta al público a otros mundos. La música de Alberto Iglesias hace crecer las imágenes y sobretodo los silencios, que conmueven y transportan a la piel de los personajes, nunca mejor dicho.
Obviamente el humor negro tiene protagonismo en este film. Es paradójico escuchar al espectador reírse en varios momentos de la película, en escenas trágicas desde el punto de vista narrativo. Almodóvar presenta diálogos pícaros en el que deja al público que se relaje y deje de tener los músculos agarrotados. El film genera esa inquietud que hace al espectador querer ver la siguiente secuencia. Se percibe un gran trabajo en la dirección de actores. Parece mentira que el papel de Vera fuera pensado para que lo interpretara Penélope Cruz, porque Elena Anaya lo borda, dejando entrever que casi ha nacido para él. ¡Hay trenes que pasan y no vuelven! Lo que sí espero es que el cine de Almodóvar vuelva, y sobretodo cargado de historias que sorprendan tanto como ‘La Piel que Habito’.

Making off 'La Piel que Habito'

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